¿Has oído hablar de la famosa leyenda inglesa de las Hadas de Cottingley? 🧚🏽♀️
A principios del siglo XX dos niñas hicieron una serie de fotografías con hadas que dieron la vuelta al mundo y revolucionaron la sociedad de la época, involucrando a los medios de comunicación, a personajes influyentes y enfrentando a la opinión pública sobre su veracidad. 📸
Esta historia, debido a su misterioso origen y las controversias que la rodean, tuvo un impacto significativo en la cultura popular, influyendo en diversas obras de arte, literatura y cine y persistiendo en la memoria colectiva durante generaciones.
En relación a este suceso, ¿sabías que también existía una Sociedad de las Hadas de la que Walt Disney era miembro? 🧚♂️🌟
La historia de las hadas de Cottingley ha mantenido viva la fascinación por las hadas. 📚🎥 Por eso aquí te vamos a contar todo lo que necesitas saber. 😎
💡Tabla de contenidos 📝
La leyenda de las hadas de Cottingley
La historia de las Hadas de Cottingley comienza en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, en el pequeño pueblo de Cottingley, cerca de Bradford, en Inglaterra, cuando dos niñas jugando en el jardín echaron fotografías en las que captaron hadas.
Se llamaban Elsie Wright y Frances Griffith y eran primas,
Elsie era una artista extremadamente dotada, no solo pintaba retratos y paisajes sino que había trabajado en un laboratorio fotográfico a principios de la contienda, tras pasar por la Escuela de arte de Bradford con tan solo 13 años. En el laboratorio tenía que crear fotos compuestas de soldados caídos en batalla con las fotografías de sus seres queridos, y fue así como comenzó a trabajar con placas fotográficas.
Era una tarde de verano y ambas primas estaban aburridas. Elsie era hija de uno de los primeros ingenieros eléctricos cualificados, y como no tenían mucho que hacer, decidió tomar prestada la cámara que tenía su padre y hacer fotografías en el arroyo que corría detrás de su casa.
Las Fotografías de las hadas de Cottingley
Las niñas produjeron cinco fotografías en total, que mostraban a Frances y Elsie jugando con pequeñas hadas. En las fotografías, las hadas aparecían como pequeñas figuras aladas, bailando y jugando con las niñas. Las hadas eran etéreas y bellas, con alas translúcidas y vestidos vaporosos, encarnando la imagen clásica de los seres mágicos de la naturaleza.
Las niñas insistían fervientemente en que detrás del arroyo de la casa jugaban con un grupo de hadas que se habían hecho sus amigas.
En 1918, una semana antes del fin de la guerra, Frances le mandó una carta a una amiga que vivía en Ciudad del Cabo, donde había pasado buena parte de su infancia, adjuntando una fotografía: «Elsie y yo somos muy amigas de las hadas del arroyo. Te envío dos fotos, ambas mías, una en la que estoy en bañador en el arroyo de nuestro patio trasero, que tomó el tío Arthur, mientras que la otra soy yo con varias hadas en el arroyo, que tomó Elsie». En el reverso de la fotografía escribió: «Es curioso que nunca las vi en África. Debe hacer demasiado calor allí para ellas».
Cuando el padre de Elsie reveló las placas, dudó y consideró falsas las fotografías. Y de hecho los laboratorios Kodak se negaron a autentificar las imágenes, alegando que había muchas maneras de falsificarlas.
Sin embargo, Polly Wright, su madre, siempre creyó en su veracidad.
Al año siguiente acudió a una reunión de la Sociedad Teosófica de Bradford porque estaba interesada en el ocultismo. La conferencia de la noche era La vida de las hadas y Polly enseñó entonces las fotos de su hija. La historia llegó a los oídos de los teosofistas y a su líder, Edward Gardner, a principios de 1920, que optó por creer que las imágenes eran verdaderas.
Ese mismo año la historia también llegó hasta el creador de Sherlock Holmes.
El fervor con el que Conan Doyle apoyó la autenticidad de las fotografías fue notable, especialmente dado su renombre como un escritor de ficción detectivesca. Su interés en lo sobrenatural y su apoyo a las fotos ayudaron a darles credibilidad en su momento y a popularizar la historia. Las imágenes rápidamente captaron la atención del público cuando las utilizó para ilustrar un artículo como tema navideño para The Strand Magazine y como prueba de la existencia de las hadas.
A lo largo de los años, las fotografías fueron objeto de intenso escrutinio y debate.
Muchos expertos y críticos analizaron, comentaron y estudiaron las imágenes hasta la saciedad, sugiriendo que eran meras falsificaciones pero sin poder demostrarlo.
Las fotografías originales y otros objetos relacionados con la historia han sido expuestos en varios museos y galerías, incluyendo el Museo Nacional de Medios de Comunicación en Bradford.
Aunque algunas personas le dijeron a Conan Doyle que las fotografías eran probablemente falsas, «los peinados son demasiado parisinos para ser reales», tanto él como Gardner eran prominentes espiritistas y decidieron que si las jóvenes lograban tomar más fotografías junto al arroyo sería una prueba irrefutable de que eran verdaderas. Viajaron en agosto hasta Cottingley y prestaron a Elsie y Frances cámaras y placas fotográficas, para persuadirlas de que tomaran más fotografías.
Para entonces, el suceso se había hecho eco en los medios de comunicación, y todos los periódicos del país y críticos daban su opinión sobre las hadas. Más aún cuando la carta que Frances le había enviado unos años antes a su amiga en Ciudad del Cabo salió a la luz.
Las chicas hicieron unas cuantas fotografías más y Gardner se las envió a Conan Doyle, para que pudiera ilustrar el artículo que estaba preparando. En aquel momento se encontraba en Australia. «Mi corazón se alegró cuando aquí en la lejana Australia recibí tu nota y las tres maravillosas fotografías que son la confirmación de nuestros resultados publicados. Cuando se acepten nuestras hadas, otros fenómenos psíquicos encontrarán una aceptación más fácil…».
¿Sabes, Wendy?, cuando el primer niño rió por primera vez, su risa se rompió en miles de pedazos que se fueron dando saltos, y así fue cómo aparecieron las hadas. Y por eso tendría que haber un hada por cada niño y cada niña.
-¿Tendría que haber? ¿Acaso no es así?
-No. Ahora los niños saben mucho y pronto dejan de creer en las hadas, y cada vez que un niño dice -No creo en las hadas-, en algún lugar hay un hada que muere. «
Peter Pan
¿Era cierta la leyenda de las hadas de Cottingley?
La explicación a la leyenda
Sentimos acabar con tu ilusión de esta manera pero al parecer todo fue un montaje.
En 1981, Elsie y Frances finalmente admitieron que las fotografías eran un engaño, un montaje, que todo había sido una broma que se les fue de las manos.
Revelaron que habían creado las hadas recortando figuras de papel y utilizando alfileres de sombreros para mantenerlas en posición.
Sin embargo, a pesar de toda la revelación y polémica del engaño, una de las niñas, Frances, sostuvo hasta su muerte que realmente habían visto hadas y que la quinta y última fotografía sí era auténtica.
Periódicos como Truth llegaron a afirmar: «Para la verdadera explicación de esas fotografías de hadas lo que se precisa no es el conocimiento en fenómenos ocultos sino el conocimiento en niños».
En 1921 se realizó una última expedición a Cottingley, que se había convertido en Fairyland. En aquella ocasión acudió el clarividente Geoffrey Hodson, pero para entonces Frances y Elsie estaban hartas de todo el asunto de las hadas y, como ellas mismas confesaron después, le siguieron la corriente al hombre hasta extremos insospechados. Poco a poco, la historia de las hadas fue cayendo en el olvido y sus creadoras lograron el anonimato hasta que en 1971 la BBC volvió a interesarse por el tema y le hicieron varias entrevistas a Elsie y Frances.
Arthur, el padre de Elsie, que tenía al escritor Conan Doyle en gran consideración, se mostraba bastante perplejo de que su hija hubiera podido embaucar a un hombre tan brillante con un truco tan burdo: «Nuestra Elsie, ¡pero si es la última de la clase!».
La historia de las hadas de Cottingley en parte también se ha hecho muy famosa por eso, por ser uno de los engaños más sorprendentes y misteriosos de la historia de la humanidad, un troleo épico en el que unas niñas aburridas consiguieron engañar a Conan Doyle.
La explicación más sencilla a este fenómeno seguramente se oculte en el trasfondo de una frase que dijo Elsie: «A día de hoy no entiendo cómo les pudimos engañar…creo que querían que les engañáramos».
Durante una época de guerra y sufrimiento, la leyenda de las hadas de Cottingley solo fue un reflejo del poder de la imaginación y el anhelo humano por creer en lo sobrenatural y lo mágico.
De hecho, Arthur Conan Doyle, por muy inteligente que fuera, estaba destrozado por la muerte de su hijo en la guerra ydeseaba desesperadamente poder ponerse en contacto con él en el más allá.Por eso se quedó marcado de por vida y se convirtió en un fervoroso creyente de lo paranormal y esoterismo. No se le puede culpar.
Falleció en 1930, por lo que jamás llegó a saber la verdad sobre la leyenda de las hadas de Cottingley, al igual que tampoco llegó a saber que otra guerra se cernía sobre el continente. Tras la oscuridad en la que había estado sumido tanto tiempo, al menos murió creyendo en un mundo dónde había lugar para la luz y la magia.
Walt Disney y la Sociedad de las Hadas
¿Sabías que la Fairy Investigation Society o Sociedad de Investigación de las Hadas existió realmente y que contaba con miembros tan importantes como Walt Disney?
Desde la segunda mitad del XIX se sucedieron las sociedades espiritistas, que organizaban reuniones con médiums para ponerse en contacto con el más allá a través de un médium, apoyadas por ilustres aficionados como Victor Hugo o Charles Dickens.
En el contexto del nacimiento de nuevos países independizados o unificados, se había despertado un inusitado interés por el folklore nacional, especialmente por las mitologías céltica, escandinava y germánica. Aquí fue donde experimentaron gran auge todo tipo de seres y criaturas fantásticos, entre ellos las hadas.
Se hicieron comunes las sociedades de investigación con nombres como Amanecer Dorado, la Sociedad de la Luz Interior, la Orden de la Cruz Celta, la Comunidad de Isis, la Antigua Orden del Fénix… ¡Sí, como en Harry Potter! 😉 Era cuestión de tiempo que las hadas tuvieran la suya, especialmente en 1927, a raíz del boom del caso de las hadas de Cottingley.
Sus fundadores fueron Sir Quintin Craufurd y Bernard Sleigh.
El primero era capitán de la Royal Navy y hacía ensayos para contactar con el más allá a través de la telefonía inalámbrica, que acababa de incorporarse a los barcos.
Pronto se hizo popular entre los círculos espiritistas, probando con otros sistemas de comunicación como la escritura automática y la fotografía psíquica, además de asegurar que los elfos que vivían en las marismas del Támesis, en el extrarradio de Londres, le indicaban dónde buscar tesoros de naves naufragadas.
En cuanto a Sleigh, se trataba de un artista multidisciplinar al que le apasionaban las hadas. Era el autor de An Ancient Mappe of Fairyland, Newly Discovered and Set Forth, un mapa del reino de las hadas y también había escrito múltiples relatos sobre ellas condensados en un volumen, The Gates of Horn, donde reflejó la idea de una sociedad dedicada al estudio de las hadas
Así pues, esa idea dio un paso más y la sociedad inglesa de las hadas se hizo real.
La Fairy Investigation Society se orientó a investigar las hadas no sólo desde un punto de vista cultural sino también científico, intentando documentar los avistamientos de hadas y demostrar su autenticidad. Para ello organizaba reuniones, recogía testimonios, impartía conferencias, etc.
La moda espiritista, que aún sobrevivía desde la era victoriana, sumada al caso de Cottigley, ayudó a que se la tomara muy en serie durante los años treinta.
Así se mantuvo el interés de la Fairy Investigation Society, que llegó a superar el centenar de miembros en la década siguiente.
Y no eran precisamente ignorantes. Entre ellos figuraban historiadores, escritores, fotógrafos, pintores, poetas, novelistas, profesores…
Ahora bien, el socio de mayor renombre fue bastante más conocido: Walt Disney, que formó parte de aquel grupo al menos entre 1956 y 1957, aunque su conexión venía ya de antes.
Además de su manifiesto interés por los cuentos de hadas, que tantas veces adaptó a la pantalla, en 1947 había visitado Irlanda para documentarse sobre el folklore local, ya que en ese período estaba haciendo cortometrajes de argumento fantástico (reunidos en La leyenda de Sleepy Hollow y el Señor Sap).
The Fairy Investigation Society cerró en 1990 pero catorce años más tarde resucitó, esta vez con membresía anónima y sin la exigencia anterior de tener que creer en las hadas para poder formar parte.
¿Y tú qué opinas? 😉 ¿Crees en las hadas?🧚🏽♀️